1 El ansia de libertad de la humanidad comienza en la cuna. Los bebés lloran (y a veces trepan) para salir de la cama. ¿Nunca has visto a una madre o padre tratando de sostener a un bebé que lucha porque claramente quería que lo dejaran libre? Coloca a un pequeño en un corral y tal vez juegue tranquilamente por un rato, pero pronto exigirá su libertad. Los bebés se ríen con placer mientras se escapan del padre o la madre que los llaman. Cuando se sienten limitados por la ropa, ¿qué hacen los pequeños? ¡Se la quitan! ¡Se sienten libres al lanzar sus pañales por el aire!
2 Sí, nacemos con un deseo de libertad. Si no lo crees, piensa en los que nacieron en la esclavitud. Sus padres eran esclavos, sus abuelos también, y en cuanto tenían la suficiente edad como para cumplir ordenes, también se entrenaba a esos pequeños como esclavos. No obstante, sin haber experimentado nunca la libertad, crecieron anhelando el día en que pudieran ser libres. Algunos tomaron riesgos increíbles para ganar su libertad. No necesitaban experimentar lo que era para saber que era deseable.
3 Vale la pena luchar por la libertad, aunque algunas personas no creen en ello. Se preguntan "¿De qué sirve la libertad si mueres luchando por ella?" Es una perspectiva egoísta y miope. Los hombres de la Guerra de la Revolución Americana no se detuvieron a contar el costo personal. Algunos perdieron sus propiedades, sus familias y hasta sus propias vidas en la lucha por la libertad de los Estados Unidos. Patrick Henry declaró: "Dame libertad o dame muerte". El ejército británico capturó a Nathan Hale, un patriota estadounidense de 21 años. Lo ahorcaron por espía, y sus últimas palabras, cuando estaba en la horca fueron: "Sólo lamento tener nada más que una vida para dar por mi país". Estos hombres creían que no sólo valía la pena luchar por la libertad sino también morir por ella. Durante el siglo XX, la libertad siguió siendo altamente valorada. Franklin D. Roosevelt, nuestro presidente número 32, lo expresó bien al decir: "Preferimos morir de pie que vivir de rodillas". Antes que él, Calvin Coolidge, presidente número 30, había dicho: "La libertad no sólo se compra a un gran precio; se mantiene con un esfuerzo incesante". Quizá un cobarde no crea que valga la pena luchar por la libertad pero los valientes saben que vale hasta el último aliento.
Paragraphs 4 to 5:
For the complete story with questions: click here for printable