1 El rey Sam vivía en un castillo grande. Tenía varios sirvientes para hacer sus pujas. Podía comprar casi todo lo que quería, pero Sam tenía un gran problema. No podía reírse.
2 A veces los nobles venían al corte y le contaban chistes. Muchas veces uno se le hacía chistoso pero no podía reírse. El rey Sam estaba triste. Quería reírse de la misma manera de todos los demás.
3 Un día, la reina Emily le dio un libro de cuentos chistosos. Ella ya lo había leído y se rió hasta que le dolieran sus lados. El rey Sam lo leyó. Era chistoso pero no se rió.
4 Esa noche, el rey se paró ante el espejo. Usó sus dedos para alzar los rincones de su boca, pero no se quedaron arriba.
5 -No te preocupes, mi amor,- dijo la reina con una voz suave. -He pedido que todos los mejores bufones vengan al corte mañana. Seguro que uno te haga reír.-
6 La próxima tarde, diez bufones vinieron al corte. Se pararon en el centro del salón ante el rey Sam y todos los demás. Algunos hicieron juegos malabares con objetos. Otros hicieron bailes bien chistosos. Tres de ellos eran acróbatas. Presentaron su mejor espectáculo.
7 Los nobles se rieron y la reina se rió, pero el rey Sam no. Tenían que tratar algo diferente.
8 Después, decidieron justar. El rey pensó que tal vez si él pudiera no reírse de las cosas que eran chistosas, sería posible que se riera de las cosas que no eran chistosas. Durante ese día entero, miró mientras sus mejores caballeros trataron de tirarse de sus caballos. Todos gritaron y aplaudieron. A veces se rieron pero no el rey Sam.
Paragraphs 9 to 20:
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