1 El profesor Blankenship miró a sus hijos indignado. Ni siquiera habían notado su presencia en la sala de juegos. Estaban tirados en el sofá, atontados con sus juegos de video. Sus juegos electrónicos portátiles estaban desparramados por el piso como pañuelos descartables usados. Sin embargo, los libros que descansaban en los estantes estaban llenos de polvo y los juguetes, los juegos de mesa y los rompecabezas permanecían en sus canastos, sin que los hubieran tocado.
2 "¡Esto es ridículo!" declaró el profesor. Sus hijos lo miraron con los ojos grandes como los de un búho. "¿Cuándo fue la última vez que alguno de ustedes ejercitó el cuerpo o la mente?"
3 "¿Eh?" Los niños se miraron. Luego su atención regresó a la pantalla.
4 "Es suficiente", dijo el profesor Blankenship. Arrancó a Bradley y a Jeffrey del sofá. "Tengo algo en el sótano que tienen que ver".
5 "Ay, papá, ¿por qué interrumpes nuestro juego?" se quejó Bradley, intentando liberarse.
6 "¡Sí, ya habíamos llegado al nivel 9! No puedo creerlo", gimoteó Jeffrey.
7 El profesor los hizo marchar escaleras abajo hasta el sótano, donde estaba su nuevo invento.
8 "Ah, mira, Jeff, papá inventó una cabina fotográfica", dijo Bradley con una sonrisa burlona.
9 "Eso es realmente patético, papá", dijo Jeffrey, parpadeando. "¿Podemos irnos ahora?"
10 El profesor Blankenship miró a los niños y les sonrió de manera sombría. "¿Por qué no complacen a su padre, entran y se sacan una foto?"
11 Los hermanos miraron al techo y suspiraron, pero corrieron la cortina y entraron de todas maneras. El profesor B. cerró la cortina y preguntó: "¿Están listos?" Las voces de los niños, aburridos, le aseguraron que así era. Con los ojos centelleantes, el padre abrió un panel secreto de control al costado. Los datos estaban listos: lo único que quedaba por hacer era activar el sistema. Un dedo firme presionó el botón rojo.
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