1 Es un gran día si a tus amigos les gusta tu nuevo peinado y a tu maestra le gusta tu proyecto de ciencias. Nuestras caras se iluminan cuando nos hacen un halago. El humorista estadounidense Mark Twain dijo una vez: "Un buen halago puede durarme dos meses". ¿A quién no le encanta que lo elogien por su aspecto, sus modales, sus calificaciones o sus habilidades?
2 Al igual que los halagos, la adulación también suena bien. Es una lástima que la adulación sea la hermanastra fea del halago. Un halago es un simple elogio. La adulación es un elogio con un propósito ulterior. Supongamos que Trixie ve tu proyecto de ciencias. Si te dice que con toda seguridad ganará un premio, te ha halagado. ¿Qué pasa si te dice que con toda seguridad ganará un premio y después te pide un dólar? En ese caso, es probable que seas víctima de la adulación.
3 Los aduladores quieren algo a cambio. Puede no ser un dólar. Puede ser un favor. Puede ser tu amistad y las ventajas que ella implica. A veces la adulación puede ser sincera, pero otras veces no. Algunas personas dicen lo que saben que quieres oír, pero en realidad no lo creen. También se citó a Hank Ketcham, el caricaturista de Daniel el terrible, diciendo: "La adulación es como la goma de mascar. Disfrútala pero no la tragues". Es probable que hayas visto programas de televisión o películas donde los personajes se adulan unos a otros pero en realidad no actúan como amigos. George Chapman, dramaturgo y poeta, vivió antes de la invención de la televisión, pero había visto con sus propios ojos cómo es la adulación. Dijo: "Los aduladores parecen amigos, así como los lobos [parecen] perros".
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