1 Gengis Kan fue un gran guerrero y también un gran gobernante. Durante su vida, construyó el mayor imperio del mundo partiendo de cero. Estableció leyes justas y equitativas, alentó el intercambio de ideas, toleró todas las religiones e hizo florecer el comercio entre Oriente y Occidente. Sin duda, Gengis Kan fue un hombre muy poderoso y exitoso, cuya influencia cambió la historia para siempre. Ciertamente, en su época, vivió en la cima del mundo. Podría haber tenido todo lo que deseara pero no siempre fue el caso.
2 Gengis Kan tuvo una niñez muy dura. Nació probablemente en 1162 y fue el segundo hijo de un jefe tribal llamado Yesugei. Yesugei llamó al pequeño niño Temujin, como el jefe tártaro a quien acababa de vencer. Al ser nómades, Yesugei y los miembros de su tribu no tenían una dirección permanente. Se trasladaban de un lugar a otro dentro de la estepa de Mongolia.
3 Cuando Temujin tenía nueve años, Yesugei siguió la tradición y lo llevó de viaje para encontrarle novia. En esa época, era costumbre darle obsequios a la familia de la prometida y dejar al niño para que trabajara como peón durante varios años. La tribu de Yesugei no era rica, así que su padre tenía poco para ofrecer a los padres de la potencial novia. A pesar del problema, Yesugei encontró a la familia correcta. Les dejó a Temujin a su cuidado y partió. De regreso a su hogar, se topó con sus archienemigos, los tártaros, y fue envenenado. Aunque estaba bastante enfermo, Yesugei logró de alguna forma escapar de los tártaros y regresar con su propia tribu. Envió un mensaje a la nueva familia de Temujin y trajo al niño de regreso. Para cuando Temujin llegó, su padre ya había muerto. Dejó dos esposas y siete niños pequeños.
4 La familia, aunque entristecida por la muerte repentina de Yesugei, pronto comprendió que tenía un problema más importante que enfrentar. Ningún otro miembro de la tribu estaba dispuesto a cuidarlos. Decidieron abandonar a las dos mujeres y a los siete niños pequeños cuando se trasladaban a las tierras que ocupaban durante el verano. Ese abandono era como una condena a muerte. La vida en la estepa no era sencilla. La gente se agrupaba para poder cazar y luchar juntos y los que vivían solos en la estepa solían perecer. Asombrosamente, la familia de Temujin lo logró, contra todos los pronósticos y sobrevivieron.
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