1 Sarah Stafford extrañaba la vida en Inglaterra, especialmente a la hora de comer. Aprender a sobrevivir en el Nuevo Mundo no fue tan fácil como ella había esperado. No le gustaban los alimentos que crecían aquí. Eran extraños. Extrañaba las zanahorias, los guisantes, los nabos y las habichuelas del viejo país. Su familia tenía que comer mucho maíz, frijoles, calabazas y animales silvestres. A veces ella tenía ganas de llorar, pero eso no servía más que para perturbar a sus hermanos menores y enojar a sus padres. Llorar porque se había lastimado era aceptable, pero llorar porque no le gustaba la calabaza, no.
2 Los indios que vivían cerca les habían enseñado a los colonizadores a triturar maíz para convertirlo en harina. Sarah y su madre aprendieron a preparar una variedad de panes, pudines y pasteles con harina de maíz. Las mujeres indias le enseñaron a la Sra. Stafford a preparar un pudín a base de harina de maíz realmente sabroso. Los Stafford lo llamaron el "pudín indio" y sólo lo preparaban cuando había huevos y melaza extra. El pudín indio era parecido al budín de pan cuando se lo cocinaba poco, pero era más como un pan especiado húmedo si se lo cocinaba más tiempo. Sarah podía tolerar la calabaza en su trinchero si junto a ella había una porción de pudín indio.
3 Un día, luego de terminar con las tareas del hogar, Sarah hizo tinta de nueces. Machacó cáscaras de nuez y las hirvió en agua hasta que el agua se puso marrón oscura. Entonces, ella y su madre se sentaron a escribir cartas a sus parientes. Un barco estaba a punto de zarpar para Inglaterra y enviarían sus cartas en él.
Paragraphs 4 to 9:
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