1 Panzer estaba sentado en la guardería de pingüinos junto a muchos otros pingüinitos de su edad. El caluroso sol de Sudáfrica hacía arder la arena de la playa.
2 El pequeño grupo de pingüinos bebé descansaba a la sombra de un árbol. Estaban atentos a los depredadores y los padres que regresaban.
3 Panzer pensaba que era aburrido simplemente ver la vida pasar. Ya era lo suficientemente grande como para que las gaviotas cocineras no lo molestaran.
4 Observó las gaviotas que volaban alto sobre la playa y el agua. Admiró las largas alas que les permitían revolotear en el aire.
5 Panzer levantó sus propias alas y las miró. No eran en absoluto tan lindas como las de las gaviotas. Había intentado volar varias veces antes de darse por vencido. Había corrido por todos lados dentro de la guardería, aleteando frenéticamente y dando saltitos al aire. No conseguía elevarse pero sí lograba que se rieran de él. Finalmente, se rindió.
6 Panzer no podía volar pero admiraba a las aves que podían. Recientemente, había visto la primera ibis. La ibis sagrada era mucho más alta que él.
7 Era alta con alas amplias, patas largas y era blanca con plumas negras. El cuello y el pico largos hacían que pareciera bastante elegante en opinión del joven pingüino.
8 Panzer deseó poder hablarle pero ella nunca daba señales de verlo. Cuando sus padres le traían comida, nunca miraban a la ibis. Parecía que para ellos no existía. Un día, les preguntó sobre ella.
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